1 may 2007

El exceso de abril

30 de abril. El día comenzó como todos: abrir los ojos, tomar conciencia de que mi día probablemente será una mierda y levantarme al baño y a ponerme mi disfraz laboral.

Pero ese lunes aguardaba la celebración de un magno evento, al cual en un primer momento me resistí en asistir pero luego dije “pues va”. Y vaya que fue.

Llegué al trabajo y bueno, todo como todos los días, hasta que por “razones de aniversario el personal de tales áreas puede salir a las 2”. Ah, qué bien. Tirar la hueva un rato y posteriormente, ponerme guapa. Como mujer que soy, es realmente un fastidio tener que arreglarte con tanta anticipación para un evento.

Todo transcurría placenteramente en mi hogar, según yo, tenía todo listo. Pero como siempre hago las cosas a última hora, pues no resultó ser así.

Saco mis muy empolvados zapatos negros de tacón, para verme mejor. Oh, no. Uno no tiene tapita.

-Que la chingada, sin pareja y todavía caerme de un resbalón. Ni madres.

Con un “tengo cosas que hacer” me contestó mi amable hermano al pedirle raite a que me arreglaran el zapato. Ahí te voy.

Primer intento fallido pues el señor zapatero, pues resultó que ni a sus zapatos, porque no hacía trabajos “exprés”. Bien, me mandó a otra dirección cercana.

- Señor, necesito ponerle tapita a mi zapato.

- Señorita, nomás trae uno, necesito el par.

Oh, Dios. Cara de enojo de mi hermano, yo dije “oops”, ir, venir, zapatos, 10 minutos, 30 pesos, tapitas nuevas, adiós al azotón.

Bueno, ahora sigue mi cabello. Kitty, hazme rizos, ay Suzette traes el cabello muy cortito, no tengo plancha chiquita, ve con el Panchito, aquí cerquita. Vamos con Panchito, pues.

15 minutos y 50 pesos después parecía que mi cara había envejecido 40 años, parecía ruquita de película sesentera. Realmente era horrible.

- A la chingada, ¿qué hago? Ya son las 6:30.

- Mamá mira esta mierda de pelo que horrible.

- M’ijita te ves bonita.

- Parezco viejita, no voy a ir.

Llanto brotó de mis ojos, mientras bastante encabronada me metía a bañar, siendo con esta ya tres veces las que me duchaba en el día. El pinche olor a spray corriente se respiró en el pequeño baño, dándome aún más coraje.

Bueno, no puedo sola con esta miseria. SMS “I’m freaking out about my hair”.

- A la chingada, seguramente alguien irá peor que yo.

Pinzas, tubos y spray Folicure hicieron su trabajo, por lo menos para ayudarme a hacer la entrada triunfal con unos rizos algo desordenados pero bueno, todo es parte del rock.

Mis amables camaradas pasaron por mí. Bueno al menos no llegué como ejotín negro.

Pasos, pasos, pasos. Mesa. Mesero.

- Vodka, por favor.

Ah, vodka tonic, my favorite. Y sin más ni más, así se fue la noche. Don Mesero, muy atento, ni bien me acababa uno cuando llegaba el otro. Puro refilleo.

Risas, sonrisas, comida, tres mujeres de blanco cantando. La bebida fluía como un río interminable a través de mis venas.

- Dios, ya he de estar muy peda. Quiero bailar y fumar.

- Pásame un cigarro compañera, aunque me maree más.

Yo en la pista bailando, qué animada, yo cantando Hey Mickey, qué ochentera. Yo sin saber ya qué pedo, qué borracha.

Junto con la noción del tiempo perdí la razón.

Después yo ya estaba en el carro plateadito, tan preocupada por llegar así a mi casa.

- No quiero llegar así, no, no, no, no, no.

Instantes después, parada en la puerta de mi casa, sin atinarle a la llave, al lado de una figura algo borrosa que se expresaba en voz baja.

Me metí en chinga, me tire a mi cama saturada de objetos, con todo y vestido. La paz no duró mucho, pues el pollo de la cena y los litros de bebida quisieron salirse de mi organismo.

Ah, que bonito color naranja.

Sueño.

Despierto, cabeza explotando y cruda moral.

- Chíngale, ¿qué habré hecho?

Mi preocupación matutina era no recordar haberme despedido de mi mesa. Así de peda andaría.

Celular sonando.

“Te pusiste hasta las madres, entre dos te traían. No hagas eso en esas cenas tan formales. Ja ja ja. Querías ir a las tortitas del Yahir, no querías llegar así a tu casa, se te subió el vestido y te valió madre, no podías abrir la puerta, traías las manos llenas de lodo, mala copa”

- No me acuerdo.

Celular sonando, de nuevo.

- Chíngale. ¿Qué mas habré hecho?

“Me preocupé por ti porque estabas muy animada anoche”

Dios mío, cero y van dos. Qué vergüenza.

Culpo al mesero y al noble sabor del vodka

Cruzando los dedos digo: “No lo vuelvo a hacer”.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajaja... un buen rebentón por 80 pesos, un despilfarro de ira, y un look avantgard al final de cuentas. Lo mejor de todo, es haber presenciado el espectáculo, creo que caíste en omisiones, no se si por algúna polilla que se comió parte de tu memoria o por evitar el fuego amigo. Sigue así niñita ácida, buen relato. Fraternalmente el Mayo.

Enrique dijo...

!Ahí, madre!

Anónimo dijo...

con unos rizos algo desordenados pero bueno, todo es parte del rock.
Yeha ! ! ! ! ! !

Pues yo soy de la idea de que no te deberias de maquillar ! asi te vez muy bien y al tronco con la formalidaaa cuando hay pisto gratis estas OBLIGADA a hacer un cagadero como buena nena rocker de la entidad ! nomas que a la otra te tomas muchas fotos pa que nos las presumas ;)